En TRANCE creemos que correr es mucho más que avanzar: es conectar. Con nosotros mismos, con los demás, y con el entorno. Es habitar cada paso, cada respiración, en un presente que también lleva pasado y futuro.

Así nació la idea: salir desde el hogar y llegar corriendo hasta la laguna de los Patos, más de 100 kilómetros en formato relevo. Partimos de noche, atravesando calles llenas de ruido, pueblos que con el pasar de los kilómetros se sentían cada vez más pequeños y vacíos, probando no solo el cuerpo sino también la mente.

La ciudad nos empujó rápido, pero la montaña nos frenó. A medida que avanzábamos, el frío, la nieve y el viento se volvieron parte de la prueba. Cada relevo era un pequeño reset: correr, respirar, empujar. Seguir.

Hubo momentos duros: desniveles eternos, granizo, incertidumbre en mitad de la nada. Pero siempre seguimos adelante. Porque TRANCE no se trata solo de correr: se trata de sentir y no detenerse.

Llegamos a la laguna de los Patos después de casi 12 horas de lucha, sonriendo, congelados, pero felices. Ahí entendimos que cada paso valió la pena: no por llegar, sino por todo lo que vivimos en el camino.